viernes, 28 de agosto de 2015

Dedicada a él...


No sé si él sabe que cada vez que me rompía por dentro en mil pedazos era él quien los iba recomponiendo uno a uno. Que lo único que me hacía sentir un poco mejor en los días más oscuros era el calor de su abrazo o las miles de cosquillas en mi espalda. Me reconfortaba, me ayudaba a seguir, a continuar luchando. Es y ha sido un gran apoyo. 

Ha sabido entenderme, dejarme espacio si lo necesitaba en los momentos más complicados, aquellos en los que necesitaba estar sola y aislada, intentando coger fuerzas para volver a levantarme. No decir nada y decirlo todo. Sólo necesitaba que me escucharan, que trataran de entenderme y él lo hacía. 

Lo único que siento es haberle hecho cargar con todo, con él ha sido con la única persona que me he permitido caer, mostrar toda la angustia que llevaba dentro, la desesperación, la rabia y la impotencia. Él me ha visto en mis momentos más oscuros, sin esconder nada. Siento haberle hecho cargar con ese peso. 

Gracias por continuar estando ahí. 


martes, 25 de agosto de 2015

Dejar de sentirse extraña...


Lo necesitaba, les echaba de menos sin conocerlos, me hacían falta. Desde que todo esto comenzó me sentía diferente, rara... Pensaba que a nadie le ocurría lo que me estaba pasando a mí. En parte, porque aún teniendo un diagnóstico pensaba que aquello no era del todo real. 

Un día por casualidad les encontré. Ojalá lo hubiera hecho antes, me arrepiento de eso. Había un grupo que tenía mi enfermedad, esofagitis eosinofílica. Me recibieron con los brazos abiertos, sentí el calor y el apoyo aunque estuvieran lejos y únicamente nos comunicáramos a través de un frío ordenador. No me daban un abrazo cálido y reconfortante físicamente, pero es como si lo hicieran. Dejé de sentirme rara, de sentir que aquello que me ocurría no era real, porque me di cuenta que a otros también les pasaba. 

Creo que no se hacen una idea de todo lo que me han ayudado, con su apoyo, sus consejos, sus ánimos, entendiéndome, preguntando que tal estaba... espero que ellos hayan sentido también algo de apoyo en mí. Espero que tanto para ellos como para mí, dentro de poco esto sea recordado como un mal sueño. 

Somos fuertes, seguiremos caminando. Y juntos, es más fácil. 




lunes, 17 de agosto de 2015

Contando calorías...

En un mes había perdido 7 kilos, y eso no era bueno. Yo sabía lo que pensaban los demás aunque no lo expresaran en voz alta, veía en sus ojos y en sus comentarios que lo que sin duda alguna pensaban es que tenía algún desorden alimenticio. Eso encajaba, por eso comía menos, y por eso cuando comía, lo hacía sola. 

Una vez diagnosticada con Esofagitis Eosinofílica los más allegados se dieron cuenta que lo que me pasaba nada tenía que ver con problemas alimentarios a la luz de las pruebas... Y los de fuera... bueno los de fuera... no deberíamos dar nunca las cosas por supuestas, y yo tampoco quería dar explicaciones. Solía contestar que no estaba así porque quisiera o que eran cosas que pasaban. 

En cuanto a mi médico, solo le dije "Ahora veis que no me lo estaba inventando, que no estaba loca". 



jueves, 13 de agosto de 2015

La caída

Si todos los síntomas hacían pensar al resto que lo que me estaba ocurriendo era psicológico, había algo que hacía que estuvieran aún más seguros de aquello. Mi peso. Cada vez que me subía a una báscula pesaba menos que la vez anterior. Hace meses eso me habría encantado, ahora me asustaba, me agobiaba. Era lógico teniendo en cuenta que cada vez comía menos, pero estaba cayendo demasiado en picado. Aquello no estaba bien. Sin embargo, no podía hacer nada. 

Quizá lo peor cuando te ocurre algo es que sea perceptible, y sin duda en mi caso lo era. Se empezaba a notar demasiado mi delgadez, y a los ojos de los otros aquello no pasaba inadvertido. No tengo claro que es lo que pensaban los demás y qué es lo que pensaba mi médico antes de ser diagnosticada. Quizá anorexia, quizá depresión, quizá una crisis de ansiedad... o quizá cada persona pensara una cosa. 
Me encontré contando calorías, no para adelgazar, sino para engordar. Parecía que el mundo se había vuelto loco. 




martes, 11 de agosto de 2015

El diagnóstico

Las noches iban dejando paso a los días, y yo estaba cada vez más desesperada. No sabía qué hacer para encontrarme mejor, para no odiar el momento de comer, para no llorar cuando me ahogaba tragando hasta mi propia saliva. Sobre todo necesitaba entender. Necesitaba saber si aquello estaba en mi cabeza, si como todos decían me lo estaba imaginando. 

No contaré que me daban ganas de tirarme por la ventana o que cada vez que me ahogaba sentía morir. Eso no se dice. No se dice porque los que están a tu lado se preocupan cada vez más, se sienten impotentes por no poder ayudarte, y bastante preocupados estaban ya. Además, pensarían una vez más que estaba todo en mi mente, en mi cabeza. 

A mi desesperación de cada instante del día se le sumó que los resultados de mi endoscopia no me los darían hasta seis meses después. Se me cayó el alma a los pies. ¿Podía aguantar ese tiempo sin saber qué me ocurría? 

Sin embargo, el diagnóstico no se hizo esperar tanto. Por suerte, mi médico accedió a darme los resultados: Esofagitis Eosinofílica. ¿Qué era aquello?



lunes, 10 de agosto de 2015

El siguiente paso...


¿Cómo podía ocurrir que fuera incapaz de tragar nada? Yo lo intentaba, pero no podía. Aquello me desesperaba, me agobiaba. No entendía nada. Esta situación desencadenó inevitablemente en una crisis de ansiedad. No podía respirar, me faltaba el aire, mi corazón estaba desbocado, se me durmieron las manos y los pies... y yo me repetía una y otra vez "tranquila, no va a pasar nada, debes relajarte, tranquila, intenta respirar". Pero estaba cada vez más nerviosa, y lloraba, lloraba y lloraba. No entendía nada. ¿Por qué me pasaba aquello? ¿No había nadie más a quien le ocurriera? Era comer o sencillamente tomarme una tila para los nervios, ¿cómo no iba a poder? Pues no, no podía. Pasé unos días sin a penas comer e intentando entender aquello. 

El tiempo fue transcurriendo, y aunque casi todos pensaban que aquél problema no estaba sino en mi cabeza, que seguramente eran mis nervios, conseguí al menos una prueba para demostrar que aquello era físico: una endoscopia. Los resultados llegarían dos meses después.



domingo, 9 de agosto de 2015

Después del comienzo...


Un día te encuentras escondiendo la comida en la cena de Navidad, y te preguntas por qué. Y sabes la respuesta, claro que la sabes. Eres incapaz de tragar, hacerlo se convierte en un suplicio, pero no quieres decirlo en voz alta, no lo entiendes, y no crees que los demás lo hagan. Los días van pasando, y tu vas cada vez peor, quieres aguantar, piensas que es algo momentáneo. Pero lo cierto es que no, esto ha venido para quedarse. 

Coges aire y pides ayuda, a gritos, esperanzada de que alguien sepa que es lo que te esta pasando y te deje tranquila, te libere de tu angustia. Pero entonces lo ves, caras preocupas que no te entienden, que piensan que estas agobiada, que algo psicológico te afecta de tal manera que repercute en lo físico. Y tú ya no sabes qué pensar. Sólo quieres que eso pare, que deje de pasarte, quieres descansar, sólo un día, sólo un día. Y lloras, lloras y lloras, y eso parece que evidencia aún más que tienes un problema que no es físico. 

Y comienza tu peregrinaje. El médico que no te entiende, que sólo pregunta que preocupaciones tienes y que si duermes bien. Cada vez que vas, las mismas preguntas. Agobio y más agobio. Temes volverte loca. Esto desquicia. Y sólo escuchas: "lo que tienes que hacer es comer" ¿Acaso no es lo que más quiero? Disfrutar comiendo, comer sin agobios, sin esta preocupación constante, sin este miedo, sin esta angustia. Sin sentir cada vez que comes que es como si te ahorcaran. Y ese miedo es el que comienza a instalarse en ti, cada vez más fuerte, y a ti te va haciendo cada vez más pequeñito.




sábado, 8 de agosto de 2015

Cuando nadie te cree

Es muy difícil ponerte en mi lugar si nunca te ha pasado, si juras y perjuras que te pasa algo y nadie te cree. Sé que era complicado hacerlo, pero creo que merecía que lo hicieran. Quizá a mi también me habría resultado extraño viniendo de otros labios, puede ser. Yo sabía que algo me ocurría, y necesitaba ayuda, aunque no encontrase las frases adecuadas para expresar lo que me sucedía. 

Y todas las palabras que encontraba tenían un nexo común: está en tu cabeza. Llegó un momento en que dudé, ¿no sería que estaba deprimida? ¿Estaba agobiada? ¿Sufría una crisis de ansiedad continua? Yo sabía que no, que aquello era real, pero a veces parece que una palabra pronunciada tantas veces se convierte en real. ¿Me estaba imaginando el hecho de no poder tragar? 



viernes, 7 de agosto de 2015

Mi principio

Las cosas no vienen de golpe, van poco a poco, pequeñas, indescriptibles. Hasta que de pronto se desata la tormenta. Y no sabes cómo empezó todo, ni te diste cuenta de cómo se iba forjando para poder ir preparándote para lo que estaba por venir. Sin más, ya estabas en el abismo. Y lo que para todos no era sino algo mecánico (igual que lo era para ti antes) se convierte en un infierno.


Un día, simplemente, te ahogas comiendo cualquier cosa y no sabes el porqué. Es algo esporádico, así que lo dejas pasar, lo atribuyes a los nervios, o qué se yo, no encuentras explicación. Es algo aislado, así que sencillamente lo dejas correr, hasta que se vuelve algo cotidiano.