lunes, 28 de diciembre de 2015

¿Estar mejor es estar bien?


A veces echamos la vista atrás y nos recordamos a nosotros mismos, nos vemos a través de nuestros ojos, de nuestros recuerdos, de lo que sentíamos en aquellos instantes. Es evidente, las cosas han cambiado. Y lo notas, claro que lo notas, te das cuenta porque ríes más, porque tienes más ganas de besar, porque puedes estar sentada tranquilamente sin hacer nada, puedes volver a devorar un libro, puedes volver a hablar por los codos sin que haya nada que te haga detenerte. Claro que las cosas han cambiado, que el pozo ya no es tan grande, que el miedo es más pequeño, y la angustia se va disipando. ¿Entonces ya esta? ¿Todo ha acabado?

Algunos te dirán que ya está, que si estas mejor pues se acabó, pero no,estar mejor no es estar bien. Sencillamente comparas, y antes estabas mal, muy mal. Echas la vista atrás y te ves hace un meses, ¿lo pasaste mal, eh? Si que lo hice, sí. Por eso me veo ahora, y la chica que se encuentra hoy frente al espejo no es la de hace unos meses, pero aún así no estas bien, aún no. Poco a poco te dicen, hay que tener paciencia, sí.. yo te veo mucho mejor. Esa es la última frase del momento. Pero ellos no saben, desconocen muchas cosas. No se sabe que se sentía ni qué se siente hoy. Hay que estar dentro para saberlo, porque sabes que por mucho que lo expliques no lo entenderán. Porque lo único que saben entender es lo que ven a través de sus ojos... y ven que sonríes, que ya no necesitas estar en continuo movimiento, que has vuelto a comer sentada, que has cogido peso... por tanto ya estas bien. Pero no, es sólo que has estado tan mal que por una vez en mucho tiempo vuelves a ser un poquito tú. Y te mueres de ganas de volver a ser la de siempre, pero sabes que aunque no volverás a ser la chica de hace un par de años volverás a reír a carcajadas. 


jueves, 10 de diciembre de 2015

Mi aventura blanca (II)


En la primera parte de mi aventura con las batas blancas, se me olvidó contar mi parada por Urgencias. Pasé doce horas allí metida, pensaréis que me hicieron miles de pruebas para descubrir que me estaba pasando, ya que por aquella fecha aún ni me habían hecho la endoscopia. Estáis equivocados. Un análisis de sangre y una placa. Eso fue todo. Aquello era mortal. Estuve a punto de marcharme sin esperar resultados de ningún tipo, después descubrí que hubiera sido lo mejor que podría hacer. El diagnostico consistía en que bueno, no habían visto nada y todo estaba bien, y lo que debía hacer era comer, aunque no me apeteciera mucho. Jamás consideraron que es que no podía. 

Después de mi corta visita con la doctora "hay cosas peores", estuve preguntando a "mi familia EoE" y terminé pidiendo cita para dos médicos. Primer opción: Un error más. Déjame un bolígrafo, tengo algo que tachar. Ya esta, en esta ocasión si que no tenía que volver a verla. "Tienes edad de hacer otras cosas como buscar un novio o mantener tu relación" "No se sabe bien por qué se da esta enfermedad, puede ser por muchas cosas" "Te voy a mandar al psicólogo, al nutricionista, una biopsia y a alergias" "Pero vamos tu búscate un trabajo o trabaja para mantenerlo" Hacía mucho que en mi cabeza sólo sonaba "bla, bla, bla" No sé si os ha pasado alguna vez, yo estaba deseando salir de allí, y tenía muy claro que jamás volvería a ver a aquella doctora si podía evitarlo. ¿De qué me conocía ella? ¿Sabía como me estaba enfrentando yo a esta enfermedad? Porque no me conocía absolutamente de nada, ni me preguntó nada con lo que pudiera hacerse una idea de cómo era yo, o de cómo había vivido esto. Lo único personal que me preguntó fue "¿Cuando comes te da miedo?" "Hombre.. pues un poco sí" Uy... que raro me parece. En ese instante pensé, no se lo deseo a nadie, pero prueba a ahogarte sólo durante un día... a ver si sientes algo de miedo o no. ¡Venga ya! ¿Y por esa frase piensas que estoy metida debajo de la cama llorando a mares y compadeciéndome de mi misma? Pues no, no lo hago, pero aunque lo hiciera debes curarme igual, o al menos intentarlo. 

La siguiente visita fue una inyección de paz.. un guiño. Un abrazo sin tocarme que me dio seguridad. "Cuando te ahogas sientes que la comida no pasa, ¿verdad? Como si se quedara atascada... y a los segundo acaba esa sensación" ¿Le había pasado a él alguna vez? Describía lo que sentía. Y sentí paz. No, no era yo la que exageraba con los médicos y no le gustaba ninguno, porque él me gustaba. Sin ayudarme, me estaba ayudando. Gracias.