jueves, 10 de diciembre de 2015

Mi aventura blanca (II)


En la primera parte de mi aventura con las batas blancas, se me olvidó contar mi parada por Urgencias. Pasé doce horas allí metida, pensaréis que me hicieron miles de pruebas para descubrir que me estaba pasando, ya que por aquella fecha aún ni me habían hecho la endoscopia. Estáis equivocados. Un análisis de sangre y una placa. Eso fue todo. Aquello era mortal. Estuve a punto de marcharme sin esperar resultados de ningún tipo, después descubrí que hubiera sido lo mejor que podría hacer. El diagnostico consistía en que bueno, no habían visto nada y todo estaba bien, y lo que debía hacer era comer, aunque no me apeteciera mucho. Jamás consideraron que es que no podía. 

Después de mi corta visita con la doctora "hay cosas peores", estuve preguntando a "mi familia EoE" y terminé pidiendo cita para dos médicos. Primer opción: Un error más. Déjame un bolígrafo, tengo algo que tachar. Ya esta, en esta ocasión si que no tenía que volver a verla. "Tienes edad de hacer otras cosas como buscar un novio o mantener tu relación" "No se sabe bien por qué se da esta enfermedad, puede ser por muchas cosas" "Te voy a mandar al psicólogo, al nutricionista, una biopsia y a alergias" "Pero vamos tu búscate un trabajo o trabaja para mantenerlo" Hacía mucho que en mi cabeza sólo sonaba "bla, bla, bla" No sé si os ha pasado alguna vez, yo estaba deseando salir de allí, y tenía muy claro que jamás volvería a ver a aquella doctora si podía evitarlo. ¿De qué me conocía ella? ¿Sabía como me estaba enfrentando yo a esta enfermedad? Porque no me conocía absolutamente de nada, ni me preguntó nada con lo que pudiera hacerse una idea de cómo era yo, o de cómo había vivido esto. Lo único personal que me preguntó fue "¿Cuando comes te da miedo?" "Hombre.. pues un poco sí" Uy... que raro me parece. En ese instante pensé, no se lo deseo a nadie, pero prueba a ahogarte sólo durante un día... a ver si sientes algo de miedo o no. ¡Venga ya! ¿Y por esa frase piensas que estoy metida debajo de la cama llorando a mares y compadeciéndome de mi misma? Pues no, no lo hago, pero aunque lo hiciera debes curarme igual, o al menos intentarlo. 

La siguiente visita fue una inyección de paz.. un guiño. Un abrazo sin tocarme que me dio seguridad. "Cuando te ahogas sientes que la comida no pasa, ¿verdad? Como si se quedara atascada... y a los segundo acaba esa sensación" ¿Le había pasado a él alguna vez? Describía lo que sentía. Y sentí paz. No, no era yo la que exageraba con los médicos y no le gustaba ninguno, porque él me gustaba. Sin ayudarme, me estaba ayudando. Gracias.




No hay comentarios:

Publicar un comentario