sábado, 5 de noviembre de 2016

Las palabras que callamos


He pensado mucho sobre esta nueva etapa que me ha tocado vivir, sé que a veces demasiado... Pero no lo puedo evitar. No solo he pensado en mi, lo he hecho en aquellos que pasan algo similar... Porque yo no estoy en su piel ni ellos en la mía. Solo sé que es duro escuchar hablar a alguno de vosotros... Y aún más porque las palabras que plasmáis, los sentimientos que transmitís esconden tantas y tantas cosas... Y si nos escondéis esos miedos a nosotros, que vivimos cosas similares... ¿Qué no escondéis a los que os rodean?
Hay muchas cosas que callamos, que escondemos... algunas para no preocupar a los que nos rodean, esos que nos miran esperando que sonriamos siempre, esos que luchan la misma batalla que nosotros aunque en otro sentido, y dan saltos en su interior con las pequeñas victorias que conseguimos. Y otras veces porque ni nosotros mismos somos capaces de explicar qué nos ocurre... Hace poco alguien me dijo "Estoy mejor que hace meses pero peor que hace años". No pudo expresarlo mejor. Porque es esa la sensación... que algo ha cambiado, y eso que cambió quizá nunca vuelva... quizá debemos aprender a vivir así, a vivir haciendo también un trabajo psicológico. Aprender a enfrentarnos a esto, a los demás y a nosotros mismos. Aprender a decir que tenemos miedo, porque es normal. Después de todo lo pasado... ¿Quién no lo tendría? Hemos sido fuertes, valientes... y a veces se nos olvida, a veces olvidamos dónde estábamos y dónde estamos ahora.
Otros también callamos porque sabemos que no nos entienden, porque no ven dónde esta el problema, el por qué de tanto revuelo, y lo dejamos pasar, preferimos dejar de explicar, que la conversación se quede en la superficie... Porque si quieres hablar de mi vida, de mi lucha interior... Te presto mis zapatos... Yo seguiré caminando, aunque sea sin ellos... Ven. 

lunes, 26 de septiembre de 2016

Sentirse extraña


El problema soy yo, lo sé. No se si totalmente o en parte. El problema son las lágrimas que ahogo y nunca salen a la luz, las palabras que no pronuncio y que me queman dentro, las dudas, la incertidumbre, la soledad que me ha envuelto las ganas de reír a carcajadas. Y el problema es no valorar esos pequeños pasos que quizá sean más grandes de lo que creo. Sentarme contigo a desayunar. ¿Hace cuanto no lo hacíamos? ¿Hace cuanto el miedo y la angustia no me permite comer contigo? Volvimos a sentarnos, sin casi pronunciar palabra, con mucho tiempo para un desayuno que debía durar 3 minutos en otros tiempos ahora lejanos. Pero volvíamos a estar juntos. Pero no es suficiente, necesito dejar de sentir que soy la chica "rara" que sólo come cuatro alimentos siendo la mayoría de ellos en purés. Pero quizá el problema no es que los demás me vean distinta, rara... Porque... ¿Qué es ser rara? ¿Quien marca las directrices? El problema está en que yo me veo así... y más aún cuando "mi rareza" no existe. ¿Es que acaso está solo en mi cabeza?

Ya nada está bien, el tiempo ha hecho que la vuelta a la normalidad cueste aún más. Diagnóstico: Esofagitis eosinofílica... ¿Tú lo habías oído? Porque yo antes de todo esto jamás lo escuche. Y cuando me habitué a que era eso lo que me ocurría resulta que no... que es ERGE al responder a altas dosis de omeprazol... y me pregunto ¿Están en lo cierto? Y sobre todo me pregunto aún más... ¿Qué habría pasado si en vez de dejar meses y meses pasar el tiempo entre consulta y consulta, pruebas de alergia, corticoides, cambio de protectores... ¿Hubiéramos empezado así? ¿Habría llegado a tener este miedo? Creo que no, que no se habría enquistado en mí. Hay gente que dirá que es una prueba para ver mi fuerza, mi valentía... yo digo que puede ser, pero que también es una "mierda" y perdón por la palabra. ¿Pero sabes qué? Que ni tú ni yo nos vamos a rendir, sea lo que sea que nos pase, a nivel físico, emocional o ambos. Tú y yo no nos bajamos en esta parada, porque continuamos. Porque todo depende de cómo nos enfrentemos a lo que nos pasa porque depende de nosotros. Toma la mano de alguien que quiera pelear en esta vida junto a ti y sigamos. ¿Me prestas la tuya?



sábado, 17 de septiembre de 2016

¿Dónde estoy hoy?


Creo que me he perdido a mi misma, a la chica que era antes de todo esto, aunque a veces veo destellos de lo que fui, pinceladas, veo sonrisas, han vuelto... hace meses no había ninguna, se esfumaron, ¿Sabes lo triste que es? Claro que lo sabes...Sin embargo ahora han vuelto, he vuelto a saltar en la playa, a comer una cucharada de helado y a besar mucho. Supongo que ando a medio camino entre lo que era hace dos años y lo que llegué a ser hace uno, y en ese camino a veces me difumino, me pierdo y no me encuentro, o quizá ya no quiera encontrarme. Quizá me he mal acostumbrado a que las cosas sean como han llegado a ser y he normalizado una situación que nada tiene de normal. ¿Sabes que sigo comiendo sola? ¿Que aun muchas veces como de pie yendo de un lado a otro? Pero... ¿sabes otra cosa? He conseguido desayunar con él, sin a penas hablar, sin apenas mirarnos... pero he tratado de regalarle ese momento, de regalárnoslo a nosotros. creo que nos lo merecemos. A veces me pregunto si algún día saldrá natural, si dejaré de esforzarme en ello y saldrá mecánicamente, como algo no planeado. Ya no hablo de ello, no digo nada y no quiero que me pregunten, porque no sé qué contestar, no sé como estoy, no sé como debería estar, y entre tanta pregunta y duda vuelvo a perderme a mi misma. Supongo que debo echar la vista atrás, y no preguntarme dónde estoy hoy, sino dónde estaba hace unos meses... ¿Y tú? ¿Dónde estabas hace meses? ¿Estas en el mismo punto? ¿Te has movido?¿Te has sentado en mitad del camino y te niegas a seguir? No lo hagas, continúa, no lo hagas por nadie, sólo hazlo por ti, porque mereces cosas buenas que están por venir- Lo sé, cuesta, pesa, asfixia, ahoga, duele... ¿Pero te queda otra opción?


jueves, 9 de junio de 2016

Llorar con una sonrisa


Cuando todo esto comenzó pensé que había descendido a lo más profundo del mundo, a un sitio desconocido, porque lo peor fue no saber, perderme y no encontrarme, vagar sin saber hacia donde. Después me di cuenta que lo peor no era eso, lo peor es deambular prácticamente sola, sin manos amigas que te ayudan a hacerlo más fácil. No me entiendas mal, sabes que no hablo de ti, tú que tirabas de mi mano para no caer, haciendo que mis pies quedaran colgados en el vacío pero sabiendo que no me dejarías caer. Hundirme en tu pecho, esconderme del mundo, sin tener siquiera la tranquilidad de permanecer en aquél lugar en el que antes se detenía el tiempo. Abajo se encontraban otras personas que sé que me hubieran sujetado de haber caído al vacío. Pero me negué, con luces y sombras, con llantos y sonrisas, seguí, avancé y debes creerme, fue difícil, porque la angustia y la desesperación se apoderó de mi, la rabia y la impotencia me dominaron. Pero la vida sigue y tu sigues con ella... No se detiene para ti, para esperarte. Debes mirar en otros ojos para ver que fuiste valiente, que lo sigues siendo, y que lo serás. 

En este tiempo he conocido  historias distintas, con diferentes protagonistas y vivencias duras, mucho. Personas que siguen sonriendo en la peor de sus batallas, que te tienden la mano para sujetarte cuando ellas hacen malabarismos para no caer. Vivmos una misma historia pero tan diferente en realidad, con elementos comunes pero que no se parecen en absoluto. El otro día alguien me dijo que lo peor de todo es cuando un médico te dice "no sabemos como seguir" No imagino ese momento en el que el corazón se debe encoger, en el que algo se rompe por dentro, en el que te gustaría poder hundirte, pero ni eso puedes hacer, porque ni siquiera es tu vida, es la suya. Y lo darías todo porque sí que fuera la tuya, con esas sombras y esas luces, pero tuya.



sábado, 4 de junio de 2016

Las piezas de la vida


¿Te has fijado en ese instante? Hay un momento en el que esas piezas desordenadas de tu vida por fin empiezan a encajar, unas con otras, sin forzarlas, porque cada una es la continuación de la otra, y sencillamente se complementan, formando lo que en realidad siempre había estado ahí, pero sobre lo que no te habías fijado. Son esas pequeñas cosas, esos pequeños instantes los que conforman ese todo, y ese todo no es más que la vida. 

Mi puzle cayó al suelo. No sabía dónde habían caído esas piezas por más que las buscara por cada rincón... pero no sólo eso, es que aquellas que había conseguido encontrar no había forma humana de unirlas para que encajaran. Por más que les daba una y otra vuelta, que las hiciera girar... era imposible. No encajaban. Desesperación, angustia, impotencia.

Y un día encajaron, sin más. Se unieron. Conseguí que la desesperación no dominara mis días, que me diera un poco de tregua... que me permitiera vivir...  que me dejara volver a ser un poco "yo". Otras no llegaron a encajar, creo que quizá nunca lo harán. Seguramente son piezas viejas de otro de los rompecabezas que en algún momento del pasado estuvieron completos, cuyas piezas daban sentido las unas a las otras. Si echo la vista atrás puedo verlas... pero he pensado que voy a mirar hacia delante...


miércoles, 27 de abril de 2016

Los problemas, mejor fuera


Cuando tienes un problema, sea el diagnóstico de una nueva enfermedad que ha puesto tu vida patas arriba o cualquier otra cosa que te inquiete, y que te haga desear que llegue un nuevo día, debes hablar de ello. Sacarlo fuera. Dentro se enquista, se hace más fuerte, más poderoso, si lo sacas se va dividiendo en pequeñas partes que hace que sea más fácil de sobrellevar, de vivir con ello, o de cargar con ello. Según la visión de cada uno. No te lo guardes dentro porque sin darte cuenta estas haciendo esa bola de nieve más y más grande, con preguntas que al menos hoy, no tienen ninguna respuesta, con pensamientos que no llevan a ninguna parte. Y en mi caso, para variar, esos pensamientos no eran buenos. Mucho tiempo lidiando en mi vida con la negatividad, con el deseo de tener todo controlado, de saber lo que iba a pasar porque todo seguía un plan establecido. ¿Y ahora? Ahora todo se había ido al traste porque yo no podía controlar absolutamente nada. Quería saber y ni si quiera sabía qué tenía que preguntar. Quería conocer y me daban miedo las respuestas. Y estaba pensando en lo que pasaría cuando desconocía lo que me depararía la vida no ya en un mes, sino mañana mismo. Pero había sacado la mayor parte fuera de mí, y había conseguido hacerla más pequeña, porque la había visto desde la distancia de otros ojos, porque habían pronunciado las palabras que yo necesitaba a preguntas que ni siquiera me había atrevido a formular. 

sábado, 19 de marzo de 2016

Viajando por la vida


Caminamos por la vida siguiendo los pasos que creemos acertados, aquellos que nos llevarán a esos momentos que guardamos para siempre dentro de nosotros para recuperarlos en los que más que nunca los necesitamos, aquellos en los que las fuerzas comienzan a fallar. Revivimos esas sonrisas, esas ganas de comernos el mundo, esos abrazos que decían que todo saldría bien. Sus ojos mirándome... A veces los ojos de los demás sonríen. Y es un momento muy bonito. Otras esconden un gran océano de tristeza, sí, lo esconden porque no quieren arrastrar a éste a otras personas. Así que en medio de la tormenta se erigen capitanes, a pesar de que las fuerzas fallan, pero nadie lo puede ver... Sólo si miras muy muy dentro de sus ojos puedes ver lo que le cuesta mantener esa mirada serena. Esas personas son grandes. Son capaces de callar para que otros sigan caminando, no expresan su miedo al quitar las ruedas a esa vieja bicicleta, sonríen desde lejos y te jalean para que vayas más y más rápido. Pero por dentro tiemblan, tienen miedo y gritan en silencio. Sienten que van a la deriva y que están haciendo el camino más difícil de todos. Y creen que no pueden avanzar más, miran hacia atrás y el punto del que partieron se ha difuminado... resulta tan lejano aquél día en el que todo esto comenzó. ¿Lo recuerdas? Pensaste que no podrías. Un paso, dos pasos, ¿una carrera? Déjame que descanse unos minutos. Y seguías, has seguido avanzando y lo seguirás haciendo, porque la vida es eso, seguir caminando, a veces a paso ligero, otras lento, otras con grandes zancadas, pero caminando siempre... Coge mi mano.... te ayudo a caminar. 




A todos los valientes, a los que últimamente la vida les ha vuelto a poner a prueba. Seguimos caminando...

lunes, 22 de febrero de 2016

A veces la gente se esfuma


Queremos pensar que en los momentos en los que ni nosotros mismos nos soportamos, aquellos en los que nos gustaría patalear, llorar y quejarnos de nuestra situación, a nuestro alrededor estarán todas aquellas personas que deberían estar, por cuestión de simple moralidad o educación... bueno en realidad porque pensábamos que les importábamos, que nos tenían cariño. Dicen que hay personas que no saben actuar en las ocasiones más difíciles, que no saben cómo comportarse con aquella persona que tiene un problema y lo que hacen es alejarse, no quieren involucrarse, a los demás no les gustan las cosas tristes, los malos momentos. ¿Y a quién sí? Pero es en las noches más oscuras en las que se debe estar al lado, cerca, aunque sólo sea para coger tu mano, para darte un abrazo o para escucharte quejarte del mundo. O sencillamente para hacerte olvidar que ahora tu mundo, es ese. 

He echado de menos a muchas personas, quizá no han sabido ver lo complicado que ha sido este último año y entiendo que su mundo también debe serlo. ¿Pero qué harías si alguien te pide ayuda? ¿Acudirías? No han venido. Y es triste. Porque me he sentido muy sola, mucho, porque necesitaba salir un poco de mi mundo y sólo he podido encerrarme más en él, porque no tenía nada más. Pero ha dejado de doler tanto, dicen que el tiempo va cerrando las heridas y quizá sea verdad. 

En la otra cara de la moneda se recuperaron personas que se perdieron por el camino y aparecieron otras que entienden muy bien lo que es esta nueva etapa de nuestras vidas. Otras siguen estando como mi solete o él. Desde aquí gracias. Sólo siento que a veces los kilómetros impidan dar abrazos. 





lunes, 25 de enero de 2016

Vuelta a empezar



Y allí estaba, de nuevo entre las cuatro paredes de un hospital, sin esperar nada por miedo a una nueva decepción. Simplemente me senté a esperar mi turno, sin expectativas, sin ningún deseo ni anhelo. A mi alrededor sólo encontré niños y pensé si alguno de ellos tendría también Esofagitis Eosinofílica, no es que sea menos grave que tengan alergias pero supongo que a veces creo que aunque no estamos concienciados al respecto, es algo que se ve, que ves los síntomas. En mi caso, en nuestro caso... debes fiarte de mí, de nosotros, de que te diga que me duele el pecho, que me ahogo, que no puedo tragar, debes creerme. Y no sé hasta que punto los demás están dispuestos a hacerlo.... 

Y me llamaron, y ahí estaba, contando cómo habían transcurrido los dos últimos años. Y sentí alivio. ¿Sabes por qué? Porque en las dos visitas anteriores que tuve en otro hospital nadie me preguntó nada. Nadie se interesó por nada. Y no, no es que me recibieran con palmeras y empezaran a abanicarme, cosa que agradecí porque no sabéis qué frío hace. Sino que frente a mi tenía a una persona que me miraba a la cara, que me preguntaba distintas cosas para tener más datos sobre mí. No sentí esa sensación de estar haciéndole perder el tiempo porque compara lo que me pasa a que me haya dado un golpe en la rodilla con la pata de una mesa, debo reconocer que a veces puedo ser un poco torpe. 

Decidieron hacerme nuevamente pruebas cutáneas, esta vez a más alérgenos de los que me habían hecho hacía siete meses, incluyendo animales domésticos y vegetación. Yo no lo pedí. Sí que lo hice a mi anterior alergólogo, pero me dijo que no suele ser a esas cosas. Así que ahí estaba yo... con el brazo extendido pintado con múltiples puntitos. Y sí, debo reconocer que lo desee, que desee que alguno de esos puntitos empezara a crecer, que se convirtieran en grandes habones, que alguno diera un positivo tan claro que fuera el causante de lo que me pasaba, y sobretodo, que algo que vieran sus ojos demostrase que no me inventaba lo que me pasaba. Porque sí, aún debo reconocer que sigo sintiendo que exagero con todo esto. Así que desee que crecieran. Y tres de ellos parecieron hacerme caso... Siguiente parada. Resultados en sangre. 

lunes, 18 de enero de 2016

La ilusión de la nieve que ya no cae



Solía poner villancicos mientras decoraba la casa y compraba cantidades ingentes de polvorones, bombones y chocolate crujiente, sí sobre todo chocolate, era mi debilidad. Esta vez no ha habido nada de eso. Todo ha sido extraño, distinto. Pero pese a todo sonrío, me he reído con las fotos familiares, he vuelto a las luces de Navidad, a la plaza Mayor, a odiar sus calles llenas de gente, a mojarme bajo la lluvia del cielo de Madrid. Pero no, este año no ha habido uvas, dicen que da mala suerte no tomarlas, el año pasado tampoco lo hice... ¿Sería por eso? Me las metí en la boca para tirarlas después porque fui incapaz de comerme ni una sola. Creo que nadie se dio cuenta, ninguno pensó lo que ya me estaba pasando hace ya un año. El tiempo pasa muy rápido y quizá para no perder la costumbre solemos hacer balance del año que acaba de pasar... ha sido un completo desastre. ¿Todo? No, qué va, todo no. Junto a mi he tenido a la persona más importante de mi vida, que me ha demostrado que ha estado más que a la altura de lo que estaba pasando. No es fácil, no ir a cenar, a tomar algo, es lo que suelen hacer las parejas, ¿no? Gracias por entenderlo todo, por estar ahí, por ser mi tabla de salvación. Por entender que necesitara comer sola. Por quererme. En casa han intentado mimarme, comprenderme y hacerlo todo más fácil. ¡Nunca he tenido tantos tupers en el congelador! A veces parecía que nada hubiera cambiado, que todo seguía como siempre, que mi vida seguía donde la dejé. Sin embargo nada ha sido igual... todo es... distinto.
Las relaciones han cambiado, debo reconocer que he necesitado más cariño y comprensión que nunca, y no se puede decir que las haya recibido de la gran mayoría. A veces pienso que los demás no le han dado la suficiente importancia a lo que me estaba pasando como para estar ahí, más cerca, aunque la distancia previa quizá fuera insalvable. No lo sé. Supongo que soy de las que piensan que cuando ocurre algo así no importa lo lejos que nos haya separado la vida, se vuelve, siempre se vuelve, como decía el anuncio que se vuelve a casa por navidad. Pero no, eso no pasó. Quizá esto me haga más fuerte, pero no he podido evitar sentirme un poco sola. Recibes cariño en la distancia, pero necesitas ese calor físico, ese verte cara a cara, esas risas... y por qué no... ese abrazo.