lunes, 18 de enero de 2016

La ilusión de la nieve que ya no cae



Solía poner villancicos mientras decoraba la casa y compraba cantidades ingentes de polvorones, bombones y chocolate crujiente, sí sobre todo chocolate, era mi debilidad. Esta vez no ha habido nada de eso. Todo ha sido extraño, distinto. Pero pese a todo sonrío, me he reído con las fotos familiares, he vuelto a las luces de Navidad, a la plaza Mayor, a odiar sus calles llenas de gente, a mojarme bajo la lluvia del cielo de Madrid. Pero no, este año no ha habido uvas, dicen que da mala suerte no tomarlas, el año pasado tampoco lo hice... ¿Sería por eso? Me las metí en la boca para tirarlas después porque fui incapaz de comerme ni una sola. Creo que nadie se dio cuenta, ninguno pensó lo que ya me estaba pasando hace ya un año. El tiempo pasa muy rápido y quizá para no perder la costumbre solemos hacer balance del año que acaba de pasar... ha sido un completo desastre. ¿Todo? No, qué va, todo no. Junto a mi he tenido a la persona más importante de mi vida, que me ha demostrado que ha estado más que a la altura de lo que estaba pasando. No es fácil, no ir a cenar, a tomar algo, es lo que suelen hacer las parejas, ¿no? Gracias por entenderlo todo, por estar ahí, por ser mi tabla de salvación. Por entender que necesitara comer sola. Por quererme. En casa han intentado mimarme, comprenderme y hacerlo todo más fácil. ¡Nunca he tenido tantos tupers en el congelador! A veces parecía que nada hubiera cambiado, que todo seguía como siempre, que mi vida seguía donde la dejé. Sin embargo nada ha sido igual... todo es... distinto.
Las relaciones han cambiado, debo reconocer que he necesitado más cariño y comprensión que nunca, y no se puede decir que las haya recibido de la gran mayoría. A veces pienso que los demás no le han dado la suficiente importancia a lo que me estaba pasando como para estar ahí, más cerca, aunque la distancia previa quizá fuera insalvable. No lo sé. Supongo que soy de las que piensan que cuando ocurre algo así no importa lo lejos que nos haya separado la vida, se vuelve, siempre se vuelve, como decía el anuncio que se vuelve a casa por navidad. Pero no, eso no pasó. Quizá esto me haga más fuerte, pero no he podido evitar sentirme un poco sola. Recibes cariño en la distancia, pero necesitas ese calor físico, ese verte cara a cara, esas risas... y por qué no... ese abrazo. 



2 comentarios:

  1. Encontré tu blog en un grupo de facebook, y tengo que decirte que me gusta mucho. Me he leído todas las entradas y me siento muy identificada cuando hablas de médicos que creen que todo está en tu cabeza, o que no te hacen caso. Mi madre sufre fibromialgia y hasta hace muy poco, y aún con el diagnóstico en la mano, siguen diciendo que sus dolores son por alguna depresión. Sigue escribiendo así, sigue peleando como lo haces y mucho ánimo en tu lucha. Un abrazo.

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  2. Mil gracias en primer lugar! En segundo estoy segura que tu madre es una campeona... Que siga luchando! Parece que lo sencillo es decirte que son los nervios o que estas deprimida .. Yo hasta me lo plantee... Y preguntaba, ¿parezco deprimida? Sabía q no... Pero, ¿y si no me daba cuenta? Es tan complicado cuando es algo que no se ve... Mucho ánimo!

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