martes, 24 de noviembre de 2015

Esos seres de bata blanca (I)



Siempre me habían maravillado esos hombres y mujeres de bata blanca, con amplios conocimientos, inteligentes, preocupados por los demás, con ganas de ayudar a cualquiera, sobrepasando sus propios límites. Quizá me influenciaron las series de televisión. Quizá piense que no es tan difícil un poco de humanidad. Quizá...

Aún no os había contado mi experiencia entre "bambalinas" y creo que va siendo hora, para que me entendáis mejor. Todo comenzó en enero, parece mentira, ya casi un año desde que la EoE vino a mi vida, aún no sé porqué, si yo no la invité... y sin embargo vino a quedarse. Los primeros comentarios de un médico empezaron mucho antes sobre mis capítulos esporádicos de atragantamiento, y siempre las mismas palabras "eso no puede ser" "no puedes ahogarte." Todo empezó a ser aún más acuciante, y en enero fue la prueba de fuego. Ya no aguantaba más, estaba harta, cansada, agotada física y mentalmente. Accedieron a mandarme a digestivo para que me mandara una endoscopia y descartar algo físico. ¡Qué mal lo pasé! Reconozco que son dos minutos pero... yo no aguanto bien el dolor... Si saqué algo bueno de aquello fue esa enfermera que no me soltó la mano ni un segundo, me reconfortaba, me ayudó más de lo que piensa. Sé que lo hace con todos. Y por eso aún más me quito el sombrero ante aquella mujer que no paró de acariciarme la pierna transmitiéndome fuerza. Seis meses después me darían los resultados. Mientras, fue el médico de cabecera el que me fue viendo... ¿Qué me decía? Nada. Deambulé por un médico privado que resolvió algunas de mis dudas. Él si era a quien yo buscaba. Y aún más cuando me dijo: "Lo tuyo no es nada psicológico, sino físico. Pero sobre todo a las chicas jóvenes y con pérdida de peso se les atribuía que tenían un desorden alimenticio y no se les hacía caso." Sin embargo se esfumó, me dejó. Fue sincero y me dijo que no sabía mucho sobre esta enfermedad y que no podía ayudarme mucho. Los cristales se rompieron. ¿Y ahora?

Antes de acudir a digestivo deambulé por alergias. Negativo. Negativo. Negativo. Negativo. Nada. No salía alergia a nada. ¿Y ambientales? ¿Y otros alimentos? "Bueno no suele ser ambiental... y no te podemos hacer a todos los alimentos" ¿Y ya? ¿Aquí acabamos? Fue la primera decepción, después de meses había puesto esperanzas en él. Me veía investigando posibles alimentos que me podían afectar... pero nada. Llevaba un listado de lo que había comido en las últimas semanas. Ya podía romperlo. A modo de despedida me dijo "Nos vemos en siete meses" Ahí acabaron las labores detectivescas. 

Y llegó la cita con digestivo. Como siempre el ordenador colgado, les viene bien la excusa del nuevo programa informático. No salí nada contenta de allí, quizá de nuevo fueron mis expectativas. Nadie me preguntó que síntomas tenía, como había empezado todo... No supo que había perdido 18 kilos, ni que me ahogaba a veces 7 veces en 3 minutos, ni que en ocasiones me costaba respirar y no sabía si tenía algo que ver o eran mis nervios, tampoco supo que ya había dejado de dolerme el pecho, pero me dolía la tripa y la tenía muy hinchada. Me mandó dos pruebas que nunca llegaron a hacerme y me dijo que no me preocupara que había cosas peores, y que lo mejor que podía hacer era irme de vacaciones. No me explicó nada sobre mi enfermedad y era la primera consulta a la que iba... es más su saludo fue: "¿Y cómo es que vienes a verme si ya sabes los resultados de la endoscopia?"
Pero no esta vez no caería, había demostrado que era fuerte, y lo iba a hacer una vez más. No es lo que esperaba, cierto. Pero lo encontraría, lo que tenía claro es su nombre tachado de mi lista. ¿Pedía algo tan complicado? 




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